FERNANDO BIRRI Y LAS POSIBILIDADES DE UNA ISLA

Ata tu arado a una estrella (2017), de Carmen Guarini, es una película híbrida, a la vez retrato del cineasta argentino Fernando Birri y diario de un rodaje en busca de la utopía, treinta años después de la muerte del Ché. Birri, recién fallecido en 2017, es reverenciado como padre del Nuevo Cine Latinoamericano, por su cine y por la fundación en 1956 del Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral, en Santa Fe; representó a Argentina en Cannes con La primera fundación de Buenos Aires (1959) y ganó el Premio a Mejor Opera Prima en el Festival de Venecia con Los inundados (1961). De su cortometraje más conocido, Tire dié (1960), documental social, poético y político, a ORG (1979), film experimental exuberante y rabioso, pasando por el retrato oblicuo (Mi hijo el Ché, 1985) o el realismo mágico (Un señor muy viejo con unas alas enormes, 1988), el argentino jamás renunció a explorar nuevas formas, dentro de unas coordenadas claras de compromiso personal. Birri se había formado en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma (1950-52), al que pronto llegaría Gabriel García Márquez para realizar su única carrera terminada: la de cineasta. En 1986, ambos estarán a la cabeza de la creación de una de las escuelas de cine más célebres del mundo, la EICTV de San Antonio de los Baños, en Cuba.

Hoy, tres décadas después, de la EICTV nos llega uno de los conjuntos creativos más deslumbrantes del panorama de la no ficción. Dentro del mapa global de las ramificaciones del documental, el cine cubano salido de San Antonio de los Baños ha alcanzado una personalidad propia y poderosa, con cada una de las variables del cine meditadas y moduladas en estrecho contacto con las particularidades de la isla: la unión del cuerpo a la tierra, la santería, la música o el aislamiento, traducidos en estructuras narrativas inesperadas y cuerpos inscritos en espacios; un cine táctil en la frontera entre el realismo y la abstracción. Lo más llamativo, quizá, son algunos trabajos recientes atravesados por la ciencia-ficción, muy alejados del cine cubano más conocido: un vistazo a una Cuba futurista, susurrada, parpadeante. En conjunto, un cine cubano para el siglo XXI, mientras la isla tantea sus presentes posibles.

Guillermo G. Peydró