Actos de primavera

Con ecos de Arrieta y García Pelayo, este arrebatado film atípico, inusual y libre supone la inmersión -a la vez aséptica y delirante- en un universo propio en el que un cineasta se filma a sí mismo… hasta hacer patente el resquebrajamiento de la realidad y la coexistencia de múltiples e ilusorios yoes. Con un tono de apocado existencialismo, desasosegante y autocrítico, la película se desmarca de tendencias imperantes y surfea por territorios vagamente atravesados por fulgores pirandellianos y vapores aromáticos cercanos a Philip K. Dick, pero haciéndolo desde pulsiones de raigambre castiza. (AD)