Dice ella que Somerset se extiende a lo largo del mar de aceite, aunque Inglaterra rara vez ha tenido un aspecto tan verde, tan tropical, tan extraño. Una avenida de humo colorido conduce al interior de la tierra, al interior de la cueva, donde la roca es roja, verde, turquesa, azul, siempre cambiante. Aquí se hallan cráneos, fantásticos fragmentos de cristal superpuestos, estalactitas y estalagmitas, pozas, gotitas de agua, todo iridiscente. Pero la cueva es más profunda… El último trabajo de Rivers es una mezcla alucinante de celuloide y digital, de lo real y lo imaginario, de sencillos efectos de montaje y complejas imágenes de ordenador, un emocionante viaje a una notable realidad de amalgamas. (JL)
Ben Rivers estudió Bellas Artes en la Escuela de Arte de Falmouth, primero Escultura y, después, Fotografía y Cine en Super8. Tras graduarse, aprendió por su cuenta el rodaje en 16mm y el revelado manual. Como cineasta, se mantiene en la línea entre documental y ficción. A menudo sigue y filma a personas que, de algún modo, se han distanciado de la sociedad, y el material bruto que ha rodado le proporciona a Rivers un punto de arranque para crear narrativas tangenciales imaginando existencias alternativas en mundos marginales.