Nosotros, la música es un espectáculo para los sentidos, no solo por esa explosión de ritmos o las imágenes de tantos artistas. Por momentos, transmite la sensación de que nos arrastran a un baile e incluso de oler el sudor de quienes arrollan en una comparsa. Fue el bautismo de fuego para todos los participantes. Ningún crítico criollo ni extranjero advirtió en su estreno su trascendencia. Cómo Rogelio París pudo seleccionar aquellos exponentes más representativos del riquísimo catálogo de la música cubana que aún vivían, es un enigma que nunca reveló. La Cinemateca de Cuba lo redescubrió casi cuatro décadas más tarde. Gocemos el estilo irrepetible de Bola de Nieve o esa Celeste Mendoza, reinando con su guaguancó en un solar habanero.
Luciano Castillo
Crítico, investigador y Director de la Cinemateca de Cuba
- Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano - Premio Palomas (2002)
Cursó estudios en la Escuela Profesional de Publicidad y dirigió programas dramáticos y musicales para la televisión. En 1964 comienza a trabajar en el ICAIC como director de documentales y el primero de ellos es, Nosotros, la música. A partir de este título, dirige documentales como Los hombres de Renté, Posición Uno, El segundo Turiguanó, Tiempo de hombres, Testimonio y Del Escambray, el campesino. Filma los complejos largometrajes documentales: No tenemos derecho a esperar (1972), La batalla del Jigüe (1976), Algo más que una medalla (1982), Canto a la vida (1983) y La huella del hombre (1985). Su vasta filmografía incluye los títulos de ficción: Patty-Candela (1976), Leyenda (1981), codirigido con Jorge Fraga, Caravana (1990), en colaboración con Julio César Rodríguez y Kangamba (2008). Ejerció la docencia en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte, que le otorgó la categoría de profesor de mérito.