INDEPENDIENTES USA. PETER HUTTON
“Este ballenero ha sido mi Yale College y mi Harvard University”
Ismael, en
Moby Dick
Como Ismael en
Moby Dick, Peter Hutton atribuye su formación emocional a los años que trabajó como marino en un buque mercante entre 1964 y 1974. Aquel aprendizaje fue una manera de confrontar con la realidad las viejas fantasías alimentadas en la infancia, cuando pasaba horas ordenando las fotografías y postales que su padre, también marino, traía de los puertos de Shanghái, Calcuta y Angkor Wat. Durante el tiempo a bordo, el Hutton cineasta aprendió el poder de la lentitud y la relatividad de las escalas, de cómo lo lejano y lo exótico podían ser atributos de lo cotidiano. “El barco me forzó a detenerme y mirar. Conforme más tiempo pasas mirando las cosas, tanto más se revelan ellas mismas”. Desde entonces, y a lo largo de los últimos cuarenta años, Hutton ha recorrido los mares de África y Asia, ha vagado sin rumbo por Nueva York, Budapest o Lodz, ha remontado ríos como el Yangtze hacia el corazón de las tinieblas, y regresado luego al
edén americano, al mítico y pintoresco valle del río Hudson, donde ahora tiene su hogar. De todos estos viajes el cineasta-marino ha vuelto con un puñado de imágenes, apenas unos pocos minutos, mayoritariamente en blanco y negro, aunque también en color, con los que ha conformado una obra de retratos,
sinfonías y estudios (atendiendo a los títulos) admirada profundamente por su amigo James Benning, con el que compone lo más audaz del paisajismo cinematográfico norteamericano contemporáneo.
No preguntéis a Hutton qué se llevaría a una isla desierta, sino qué se traería de allí: en su respuesta encontraréis el secreto de su cine. Sus imágenes nacen y mueren ante los ojos de forma natural, sin apenas cortes ni ajustes de montaje, como la sombra del eclipse (metáfora a la que se refiere en ocasiones), que se toma su tiempo para aparecer y desaparecer lentamente, con una velocidad no impuesta sino necesaria. La imagen densa frente a la imagen extensa; la imagen única, que aparece y se va; unos pocos planos que guardan el secreto de las formas del mundo; y sobre todo el silencio. Uno llega a pensar que todo el empeño cinematográfico de Hutton no tiene otro objeto que enmarcar la experiencia del silencio, con la misma intención con la que John Cage pergeñaba tretas para atraparlo, siquiera como hipótesis.
La brevedad de su filmografía y su mirada esencial hermanan a Hutton con otros directores apasionados y solitarios, como Jean Vigo o Maya Deren. El historiador estadounidense P. Adams Sitney, agrupa a Hutton, junto con Marie Menken, Stan Brakhage, Ernie Gehr y Jonas Mekas, bajo el
espíritu emersoniano(en relación con Ralph W. Emerson) del cine experimental americano. “Pocos adultos son capaces de ver la naturaleza –escribía el filósofo y teólogo en su libro
Nature, en 1836–. […] El amante de la naturaleza es aquel cuyos sentidos interiores y exteriores aún siguen amoldados verdaderamente el uno al otro; aquel que ha conservado en su madurez el espíritu de la infancia”. En la filmografía de Hutton podemos reconocer el rastro de la tradición diarística a la manera de su mentor Jonas Mekas (quien precisamente premió sus primeros cortos en el Festival de Yale de 1972); la capacidad meditativa frente a la naturaleza de Henwar Rodakiewicz; los experimentos acuáticos de Ralph Steiner; la ciudad de Paul Strand y los cielos de Steiglitz; la fragilidad de las vistas Lumiérè y la curiosidad antropológica de Robert Gardner. Pero su anclaje es más lejano: Scott MacDonald entiende que Hutton es el depositario directo de la herencia del paisaje norteamericano del siglo xix, fundamentalmente de la escuela del Río Hudson, los llamados
Iluministas, primeros retratistas del edén americano y que, en opinión del crítico, son la fuente de toda una tradición del cine estadounidense, desde luego no mayoritaria pero sí la más radical, que llega hasta hoy. Hutton no está interesado en las grandes epopeyas del paisaje, en el paisaje como espectáculo ni como escenario, sino en la sencillez y la serenidad de lo que, en la naturaleza, cambia cuando nadie lo observa. En esta aventura en busca de la sombra y del silencio, Peter Hutton cita a Joseph Conrad: “Al nacer, el ser humano se precipita en un sueño como un hombre que cae al mar”, advirtiendo al espectador del aspecto de extraña irrealidad que envolverá a quien se adentre en su cine. Apenas unos meses después del reconocimiento del MoMA de Nueva York, este ciclo nos permite remontar río arriba, desde el mar de At Sea a July 71…, y por primera vez en Europa, la filmografía completa de uno de los grandes cineastas contemporáneos.
Carlos Muguiro
Comisario de la retrospectiva