Actividad realizada en colaboración con: Universidad de Castilla la Mancha
Ahora que estás ante mí, en una copa limpia y transparente, en un ambiente tranquilo yrelajado, en agradable compañía o en apacible soledad, cuéntame, VINO, cosas sobre ti:
Háblame de los campos donde te criaste, de las viejas cepas, de la honradez de los hombres que te cuidaron y elaboraron, de las heladas del invierno y de los soles impenitentes del verano.
¿Eres blanco o tinto?. Si blanco... ¿pajizo o dorado?. Si tinto... ¿violeta o rubí o teja?. Transparente, brillante, límpido o con esas pequeñas burbujas de carbónico. Sólo con caer en la copa nos cuentas tu edad, tus posibles virtudes o defectos y nos preparas para un encuentro inolvidable.
Antes de beberte, aún espera para obtener de ti la máxima información. Primero olerte a copa parada para intentar distinguir esos aromas primarios de las uvas de las que procedes: flores, miel, azahar, naranja, violetas, fresas, cerezas, casis, regaliz, pimienta,tomillo, hierba recién cortada... Tras una breve agitación, como meciéndote en la copa, aromas a pan, pasteles, delicados lácteos, frutas del bosque... Y por fin y cerrando los ojos nos sumergimos en los profundos y complejos aromas de las crianzas como el café, la vainilla, el suave ahumado, el torrefacto, los aromas ancestrales de las trufas y el humus, incluso las complejas y sorprendentes notas “animales” y a cuero, tan inesperados en un producto tan vegetal.
Llega el deseado encuentro con la boca: Un pequeño sorbo, un deslizar desde la punta de la lengua hasta el fondo del paladar, despertando a tu paso las papilas del dulce a veces, sorprendiéndonos con algún excepcional salado, con la refrescante acidez y algún amargor equilibrado. Llenando nuestro tacto bucal de sensaciones cálidas, a veces tormentosas, a veces afiladas y otras ardientes o aterciopeladas. Aún cuando te vas despidiendo nos envías tus últimos y más sutiles mensajes por vía retronasal, descubriéndonos aromas olvidados o resaltando notas que tal vez nos pasaron desapercibidas por nuestra primera avidez.
La cata del vino no es un ejercicio agotador ni molesto. No debemos pretender ser más ni menos que lo que somos, es un ejercicio de humildad. Cuanto más humildes seamos y más dejemos hablar al vino que tenemos en la copa más aprenderemos a disfrutar. La clave de un buen vino no es otra que después de un primer sorbo, nos invite a repetir. Tenemos que construir nuestra propia “vinoteca virtual personal” e irla ampliando en la medida de nuestras posibilidades. Un catador rara vez se embriagará, todo lo contrario: La educación en la cata nos integrará en una profunda civilización milenaria que corre en las profundas venas de todos los países vitivinícolas tradicionales y que descubrimos charlando amigablemente en torno a una botella de vino.
José Ángel Amorós Ortiz-Villajos
Dr. Ingeniero Agrónomo
Profesor de Viticultura (E.U.I.T.A. Ciudad Real)
Restaurante Cáscaras
Jueves 10, 17:00 h